30 agosto 2008

IGARTUBEITI

UN CASERÍO VASCO DEL SIGLO XVI

Viajar tiene estas cosas. Estas sorpresas. Decides un día apartarte de las autopistas habituales y adentrarte por las pequeñas carreteras locales. Tu destino es ninguno en especial. Sólo buscas estar solo, seguir huyendo de las prisas, moverte por donde se mueva poca gente. pero, de pronto, llega lo inesperado. Algo que surge sin aviso y que resulta del máximo interés.

Me ha pasado muchas veces, me sucedió el otro día, viajando por la provincia de Guipúzcoa, en el municipio de Ezquio-Itsaso. Surgió de repente a la salida de una curva. Igartubeiti: un caserío del siglo XVI, rehabilitado y con un centro de interpretación (éste, de dudoso gusto estético, por la tremenda agresión al paisaje). Con un guía cordial que hizo más agradable, si cabe, el recorrido. Cuento aquí lo que me contó, lo que pude ver y lo que he leído después.

Se trata de un edificio a dos aguas de amplias dimensiones, construido casi íntegramente en madera, con la excepción de algunos muros perimetrales de mampostería. Fue levantado en una fecha imprecisa a mediados del siglo XVI y experimentó una profunda ampliación en las primeras décadas del XVII. Dispuesto en dos plantas, posee un enorme lagar de sidra en la superior, del que asombran las dimensiones de la prensa de madera y del tornillo vertical que lo hacían funcionar.

Toda la estructura de la vivienda es aditenlada, empleándose para la sijeción de las cubiertas y entreplantas grandes pies cuadrados, preferentemente de madera de roble. La compartimentación de los espacios interiores muestra con claridad la clásica división tripartita de las viviendas rurales: espacios para los habitantes de la casa, para los animales y, finalmente, para guardar los frutos de las cosechas y los aperos de trabajo.








En su configuración actual, hasta cierto punto musealizada, Igartubeiti muestra un hermoso y amplio porche cubierto, realizado íntegramente en madera, a excepción de las losas que lo pavimentan. Allí parado durante algunos minutos recordé como fue precisamente la madera el material con la que los seres humanos realizaron las primeras arquitecturas de la historia. Quizás hoy estas estructuras lígneas puedan resultarle de cierta pobreza al visitante inadvertido, pero están en el origen de una preocupación básica de nuestra especie, la del alojamiento. Si no hubiésemos empezado por ahí, hoy no habría rascacielos. Pero este caserío perdido en mitad de los montes vascos nos recuerda que hasta no hace muchos siglos arte y artesanía caminaban siempre de la mano y, además, nos da a todos una pequeña pero importante lección: la de que podemos vivir y usar la naturaleza sin agredirla. No es poca cosa.
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Es imprescindible visitar esta página sobre Igartubeiti, con buenísima información y en la que podréis descargaros en PDF un libro sobre el caserío. Más informaciones en esta otra web.

29 agosto 2008

FRANK STELLA

EL ARTISTA SE "REINVENTA"

¿Qué palabras pueden emplearse para definir a un artista como Frank Stella (1936)? Tal vez podríamos decir que es un pintor abstracto, aunque quizás sea más correcto indicar que pertenece a la llamada abstracción postpictórica. ¿O no será mejor decir la nueva abstracción? Mejor, señalar que muchas de sus obras podrían encuadrarse dentro del minimalismo. ¿O tiene, a lo mejor, alguna relación con el arte Neo-Geo, dado el interés por las tramas geométricas que hallamos en un número abundante de sus cuadros? ¿Puede afirmarse que forma parte de la corriente del borde duro que se desarrolló en EE.UU desde finales de los años 50 del pasado siglo? Sin embargo, estamos presuponiendo que Stella es un pintor. No es verdad: practica también la escultura y, en este caso, no parece que ninguno de los calificativos anteriores nos dé razón suficiente de su producción. Por si fuese poco, también cultiva la litografía.

Frank Stella: "Louisiana Lottery Co." (1962). Washington.

De este modo, el norteamericano Frank Stella, ya con más de setenta años, es un excelente ejemplo de cómo el artista, el verdadero artista, se reinventa a sí mismo con cierta periodicidad, un modelo de la evolución constante en la búsqueda de nuevos horizontes creativos.

Stella desembarcó en el mundo artístico hacia 1959, con una serie de pinturas negras en las que únicamente eran perceptibles algunos trazados geométricos que parecían querer organizar la superficie del lienzo.

Frank Stella: "Zambezi" (1959). San Francisco.
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Frank Stella: "Tahkt-I-Sulayman Variation II" (1969). San Francisco.
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Sin embargo, ya en los años 60, aunque los trazos geométricos se mantienen e incluso adquieren mayor protagonismo, sus cuadros se llenan de color, de abundantes y vivos colores. Una década después, encontramos que a veces los trazados geométricos son de un menor rigidez, aunque podamos apreciamos una constante minimalista en su trabajo: trata de decir mucho con pocos elementos formales. En esa misma época comienza también a mostrar su interés por el grabado, en sus distintas variantes.

Pero Stella no se detiene ahí: una década después parece el espacio bidimensonal de sus cuadros le resulta limitado. No se trata de un problema de mero tamaño, porque hasta ese momento ha realizado a veces lienzos de grandes dimensiones. Lo que busca es salirse de los marcos habituales de la pintura, el ancho y el alto. Tampoco es un problema de perspectiva. No. Intenta conseguir la tridimensionalidad de la obra pictórica. Pinta aún, pero en sus cuadros hay volumen, profundidad real y no fingida, aunque tal vez ya no podamos hablar de cuadros en el sentido habitual de la palabra.

Frank Stella: Jarama II (1982). Washington.

Para entonces Stella ha cumplido ya sesenta años. Pero todavía le queda por dar una nueva vuelta de tuerca a su trayectoria personal. A comienzos de los años noventa comienza a realizar esculturas. Las hace de pequeño tamaño, aunque progresivamente las dimensiones se incrementan, buscando con ello la colocación de sus obras en espacios públicos. En estos casos, suele realizar una maqueta previa que tal vez le orienta en el trazado final de la escultura, aunque no siempre el resultado final sea idéntico a lo previamente proyectado. Por lo demás, ahora la geometría, los trazados rectilíneos parecen haber desaparecido casi por completo. ....................... Frank Stella: Gattenoom (1996). Minneapolis.










Frank Stella: "Pabellón chino" (1997).

Este es el Stella cuyas esculturas pude contemplar una tarde en el tejado del MET de Nueva York. Me pareció entonces, y sigo pensándolo ahora, que con esta evolución el artista no sólo trataba de buscar nuevos caminos. Más importante aún, se buscaba a sí mismo. Y en ese intento volvía, ya en la tercera edad, a aquellas figuras que todos alguna vez quisimos trazar en la infancia: el totum revolutum, las formas imposibles. Hermosa evolución.

Antes que nada, leed (en inglés) esta entrevista con el pintor y escultor norteamericano. Luego, ved en la página del MET, las esculturas de esa exposición. Finalmente, asombraos de la cantidad de centros de arte en los que puede disfrutarse la obra de este artista, según la lista de la Artcyclopedia, como por ejemplo, aquí y aquí.

19 agosto 2008

LA TORRE DEL AGUA

UNA VISITA (DECEPCIONADA) A LA EXPO DE ZARAGOZA

Acudí hace unos días a visitar la Expo de Zaragoza. No era mucho lo que esperaba encontrar allí, pero aún siendo pocas las expectativas, fue peor la realidad: una Expo de bolsillo en la que los contenidos brillan por su ausencia; donde muchos de los pabellones no eran sino meros tenderetes sin ningún contenido interesante. En algunos de ellos, la muestra se reducía a un simple audiovisual. Salí completamente abochornado del que se presentaba en el pabellón de Andalucía, por cierto muy aplaudido por los espectadores con los que coincidí (¿?). Debería caérseles la cara de vergüenza a nuestros gobernantes regionales permitiendo que allí se muestre, otra vez, la Andalucía de charanga y pandereta, la de las fiestas, las playas y el sol... con unos chorritos de agua. Hablan luego de la segunda modernización regional.

No obstante, debo felicitar a los aragoneses, porque con la excusa de la Expo han conseguido atraer grandes inversiones hacia la ciudad y eso es siempre positivo. Pero a mi me interesaba más la arquitectura de la Expo que cualquier otra cosa. ¿Y qué edificios de interés muestra el recinto? Me guardo mi opinión sobre los pabellones de España y de Aragón y no alcanzo a comprender porqué resulta tan valorado el "pabellón-puente" de la iraní Zaha Hadid. Compararlo, como se ha hecho, con el Ponte Vecchio de Florencia, me parece un insulto a los que amamos el Arte.

Pero hay en esa Expo un edificio que sí me parece realmente singular, tanto por la propuesta arquitectónica en sí misma como por los contenidos que alberga. Se trata de la "Torre del Agua", diseñada por el arquitecto vallisoletano Enrique de Teresa (discípulo de Rafael Moneo) y que recibe su nombre tanto por la altura que presenta (unos 76 metros, que contrastan grandemente con los paisajes horizontales que predominan en el recinto), como por su forma, semejante en planta a una gota de agua que se hubiese levantado sobre un poderoso zócalo de obra. Al exterior el edificio muestra una estructura casi diáfana en la que unas vigas diagonales de acero enmarcan una superficie acristalada, defendida del sol por un sistema de parasoles en celosía que quizás facilitan también la limpieza externa del cristal.

Si pasamos al interior, el arquitecto ha diseñado un espacio en el que predomina el vacío en gran parte de la estructura, aminorado únicamente por una suave rampa helicoidal que permite el acceso a la planta superior, en la que se halla un mirador de amplias vistas. Mientras el visitante asciende hasta allí, en un extenso recorrido de más de dos kilómetros caminados sin esfuerzo, su único compañero es una gigantesca escultura de 21 metros de alto y más de 12 toneladas de peso, suspendida de los forjados de la planta superior y diseñada al completo con un programa informático por un equipo coordinado por el catalán Pere Gifre.

La escultura semeja el golpe de una gota de agua sobre la superficie terrestre; de ahí su nombre: splash. La descomunal gota parece impactar contra un inexistente suelo y acaba fragmentándose en 135 piezas, ocupando ese vacío que propone el arquitecto. Sus formas retorcidas de color plata brillan con intensidad y parecen adquirir vida propia.

En fin, los demás contenidos de la Torre del Agua son para olvidarlos por obvios, pero sin embargo encontré aquí una interesante simbiosis entre un contenedor arquitectónico y un contenido escultórico. Una propuesta de puro arte conceptual con la que sus autores parecen decirle al espectador y caminante: mientras subes o bajas sólo hay a tu lado una simple gota de agua, reflexiona al respecto. Y eso hice. Tuve tiempo.

En esta revista virtual podéis leer en PDF una interesante entrevista con el arquitecto de la Torre del Agua. Más informaciones en esta página de Expo Zaragoza 2008. Y, finalmente, aquí tenéis el blog de Pere Gifre, con mucha información sobre ese gigantesco splash. Puede completarse con este PDF de Ikonicsarts en el que hay algunas fotografías espectaculares.

EL PEINE DEL VIENTO

TIERRA, MAR Y VIENTO: LA ESENCIA DE LO HUMANO

¿Tiene cabellos el viento? ¿Puede peinarse el aire? Aunque la respuesta sea un no, para el arte no existen las fronteras, la capacidad de convertir en real lo inexistente. De demostrarlo se encargó cumplidamente el escultor vasco Eduardo Chillida (1924-2002), con esta obra extraordinaria instalada en uno de los lados de la playa de Ondarreta, junto a la más famosa de la Concha, en San Sebastián.

Se trata de un conjunto de tres esculturas, formalmente abstractas (aunque cabría considerarlas como una de las más excepcionales muestras de land-art en nuestro país), realizadas en acero cortén y con un peso cada una de ellas cercano a las diez toneladas, literalmente incrustadas sobre las rocas que configuran el acantilado con el que se cierra la playa mencionada.
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La concepción de las piezas correspondió por entero a Chillida, aunque debió recurrirse a un ingeniero de caminos que diseñase el procedimiento más adecuado para su colocación en 1977. El conjunto se completó con la urbanización de la zona mediante una plaza adoquinada con granito. Bajo ella, un ingenioso sistema permite al agua de las olas entrar en el acantilado y expulsar al exterior, por unos pequeños orificios dispuestos en el suelo, el viento que ocupaba el espacio que ahora rellena el oleaje.
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Pese a su aparente simpleza, las tres esculturas que componen la obra son difíciles de describir. Cada una de ellas parece nacer de la propia roca y crecer mediante una serie de cuatro brazos que se curvan sobre sí mismos, sin llegar a cerrarse por completo. Están ahí, oxidándose lentamente, pero su sólida presencia no impide la contemplación del paisaje en el que se insertan. Por el contrario, se han fundido con el entorno y forman parte de él, como un elemento más, propio de la caótica orografía del lugar.
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Afirmaba el propio escultor que esta obra era una ecuación con la que quería simbolizar a los vascos y a su país. Se dice también que el Peine es igualmente un homenaje a la ciudad de San Sebastián, colocado justo allí donde termina lo urbano, en el lugar en el que la naturaleza acaba por demostrar su dominio. Visité hace poco el sitio y me entretuve en cada una de las esculturas que configuran ese peine imposible. Puede observar como el viento jugaba con ellas y como ellas jugaban con el viento, con las olas y con los sonidos de la naturaleza. Llegué a la conclusión de que la obra es un símbolo de lo humano, sin adjetivos territoriales. Una demostración de cómo formamos parte de la naturaleza y nos debemos a ella, de cómo hemos de respetarla. A fin de cuentas ella misma es la esencia de lo humano. Tierra, mar y viento. Universal Chillida.
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Sobre este artista vasco tan especial conviene visitar la página del museo Chillida Leku, creado por el propio escultor y que presenta en su web informaciones muy amplias. Igualmente es útil detenerse en este monográfico sobre el escultor del Centro Virtual Cervantes o en esta otra página, dedicada por completo a él. Por último, sobre el Peine del Viento, podéis leer esta extensa y documentada información publicada en el diario El País.

12 agosto 2008

JUAN MUÑOZ: RETROSPECTIVA

HOMENAJE A UN AUTOR EXCEPCIONAL

Aquí abajo, al final del blog, hay una docena de personajes que están ahí asentados de manera permanente. Son parte de la obra "Muchas veces", del escultor Juan Muñoz (1953-2001). No es baladí el hecho de que siempre estén en la portada del blog, bajo el título "Para reflexionar" y acompañando a una frase de Protágoras de Abdera, la que comienza afirmando que "el hombre es la medida de todas las cosas". Esos doce hombres, sin pies, casí idénticos y distintos al mismo tiempo, simbolizan mi especial atracción por la obra de ese artista tan singular: sus figuras consiguen efectivamente hacernos reflexionar sobre muchas cosas y desde muchos puntos de vista.

Acabo de regresar de visitar la retrospectiva que el Museo Guggenheim de Bilbao está dedicando a Juan Muñoz, una magnífica exposición que se inició en la Tate Gallery de Londres y que continuará su periplo por Oporto y Madrid. Vuelvo asombrado de la capacidad del artista para hacer que el espectador se mezcle con las figuras de sus instalaciones, para que participe en el inexistente diálogo entre ellas, para que se interrogue sobre lo que ve y lo que imagina que está viendo. En este caso, me atrevo a recomendar una visita a esa exposición. Pocas veces podrá verse reunida una colección tan amplia de obras de Muñoz. Para quien no pueda hacerlo, dejo aquí está presentación, que recoge algunas de sus más conocidas creaciones, con fondo musical de Arto Tuncboyaciyan (tema: "Voz de familia", del disco Virgin Land).



Sobre Juan Muñoz podéis leer esta información de ENSEÑ-ARTE. Además, es muy recomendable recorrer con detalles los contenidos que sobre esta exposición figuran en la web del Guggenheim.

01 agosto 2008

SHEN JINGDONG

TRIBULACIONES DE UN CHINO EN CHINA
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No cabe duda de que China se encuentra muy de moda últimamente. Su potencial demográfico, el despegue económico del país y la consecuente invasión de productos chinos en todas partes del mundo contribuyen también a ello.
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Shen Jingdong: "Héroe Nº 17" (2007). "Héroe Nº 9" (2007).
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Por si fuera poco la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín va a dar ocasión a las cadenas de televisión de todo el mundo de mostrarnos las diversas facetas del inmenso cambio experimentado por ese país en los últimos veinte años.

En este contexto, también está surgiendo un arte chino que llama con fuerza a las puertas de los circuítos artísticos de los países desarrollados. Un ejemplo de ello es la obra del pintor y ceramista Shen Jingdong (1965), que puede ahora contemplarse en Nueva York. Este artista concluyó sus estudios en 1991 y posteriormente pasó dieciséis años como miembro de una compañía de teatro de las fuerzas armadas. Es evidente que tanto tiempo entre los espadones debe dejar alguna huella y esto es perceptible claramente en la obra de Shen, quien ha realizado series enteras de cuadros cuyos protagonistas son soldados chinos. Y por si no fuera bastante con la pintura, también ha representado a militares en cerámica y otros materiales.

Shen Jingdong: "Cinco camaradas" (2008).
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Desde el triunfo de la revolución maoísta en 1949, se ha considerado que el ejército popular de liberación chino (ese es su nombre oficial) ha sido el eje central de la sociedad comunista, la quintaesencia de la defensa de los valores de esa nueva sociedad pretendidamente igualitaria. El soldado ha tenido en China, por lo tanto, el valor de un símbolo; un ejemplo de esos héroes populares que tanto gustaban al maoísmo.
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Shen Jingdong: "Marina, Ejército, Fuerzas Aéreas" (2007).

Shen Jingdong: "Héroe" (2007). Cerámica.
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Pero, ¿qué soldados son estos que nos muestra Shen Jingdong en sus obras? Formalmente, más que símbolos del ejército comunista parecen iconos del arte pop, tanto por la concepción y composición como por los colores empleados. De modo que podemos apreciar un cierto tono irónico en las obras de este artista chino quien, de hecho, ha visto ya como alguna de ellas era censurada por el gobierno de su país.
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¿Quién sabe? Tal vez el artista reflejó los soldados que vio durante su larga estancia en el ejército. Tal vez se representó a sí mismo, algo robotizado por las rutinas inherentes al aparato militar. Por eso su obra quizás vez sea un ejemplo de los vientos de cambio que van a seguir soplando en China, en todos los sentidos. Aunque las autoridades no quieran enterarse.
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Podéis ver más obras de Shen Jingdong en esta web y en la página de la galería ChinaSquare de Nueva York, a la que agradezco la información sobre la exposición que allí va a celebrarse.
 

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